Y es que parece que sin ti los días tienen 12 horas más, que los lentos minutos se ríen de mi, de mi agonizante espera por ti, de mis noches en vela y mis desquiciados impulsos de coger ese tren e ir a verte.
Que no sé qué quiero, que dejo de querer o qué sería lo acertado en este momento. Solo sé (y con absoluta certeza) que la culpa de todo esto la tiene tu sonrisa. Bueno, tu sonrisa o tu mirada, o vete tú a saber qué tuyo es lo que no me deja vivir, lo que me obliga a sobrevivir, a malvivir en este mundo que muchas veces se queda pequeño si trato de evitarte. Qué será exactamente de ti lo que no me deja pasar página de una maldita vez, cerrar el típico y socorrido libro del que todos los poetas enamorados hablan.
Y es que no me puedo equivocar. Ya no soy yo, eres tú. Eres tú y tu ácido humor, o tu media sonrisa de "todo saldrá bien, esta vez tiene que salirnos rubia" Quizás sea la forma en la que me besas, como si no importara el pasado, como si nos quedase toda una vida para escribir nuestro futuro y solo un instante para disfrutar del presente, o tal vez sea esa forma tan tuya en la que acaricias esas 6 cuerdas antes de poner tu alma en venta al mejor postor.
Tampoco le quito el mérito a tus dedos. No dudo que esté así por sus ágiles trazos recorriendo mi espalda, o por esas canciones a la luz de una persiana bajada.
Realmente no saco nada en claro de todo esto, sólo que "tú" eres tú. Que "tú" eres tú y tus miles manías, tus cientos de historias y paranoias enfermizas. Y que solo siendo tú en estado puro, en tu verdadera plenitud, cuándo menos te gustas, es ahí, justamente ahí, cuando consigues que yo sea quien soy.
"Take me for a little while; Coverdale/page"