Hoy,
mientras dormía, una niña con ojos de trueno y mirada de tormenta ha venido a
arroparme los miedos. Me ha peinado la
conciencia mientras tarareaba la canción que una madre algún día nos enseñó
cuando aún éramos de nadie.
Se ha
sentado en mis costillas y ha ido desmembrándome las razones que me ataban a su
ayer.
Se ha acurrucado
a mi lado y, uniendo los lunares de mis brazos, ha empezado a hablar de caminos
propios y destinos programados.
Hoy,
mientras dormía, una niña con curvas en los dientes y antojos de fresas me ha
sonreído desde abajo y ha traído consigo los llantos de dos almas que
compartieron un pasado.
Hoy ha
venido Ella a acariciarme los errores, descolocarlos y soplar sobre ellos para
que yo pueda dormir sin el peso de una culpa que alguien hizo mía.
Hoy, al fin,
ha venido.
Ha venido y
se ha quedado (mientras se iba) trayendo en sus mejillas un par de lunas para cada noche.