Ella es una de esas chicas que amanece con menos ropa de la
que cuenta en el momento que decide apagar el día y meterse bajo el nórdico. Es
de esas a las que las sábanas hacen cosquillas solo para cometer deslices con
su piel inducidas por sus curvas de orgía. De esas que hasta las camas de
matrimonio se la quedan pequeñas. Es una de esas chicas que al despertarse
arquean la espalda y bostezan arrascándose la cabeza mientras se dan los buenos
días abriéndose una birra bien fría.
Una de esas a las que cualquier gato callejero envidia por
sus despertares, su columna o sus ojos.
Es una de esas chicas 11 que van en tacones del 13
poniéndote a 100 con solo una mirada. De esas de las que se muerden el labio
inferior a modo de último aviso. De las que se recorren sedientas el labio superior con la
punta de su lengua invitándote a perderte en sus juegos. En ella. Es la jodida
mujer fatal de los Burning y la excitante bruja consumada de Andrés Calamaro.
Es una de esas chicas que lleva la señal de peligro tatuada
en los lugares menos pensados, o más mágicos, de su cuerpo. De esas que en sus
ojos se lee el desasosiego que tiene llevar demasiados inviernos sola y cuya
sonrisa avecina un sinfín de catástrofes. Una de esas chicas a las que las
jodes un día y te destrozan el alma y es que sus contoneos dejan escrito en el
aire la palabra “caos”, y ya si se gira y te hace levantar la vista de sus
piernas sabes que justamente ahí empieza tu ruina.
Tu mejor ruina.
Para que me entendáis, ella es la chica que hace perder la cabeza a las esquinas de
Montera con sus faldas tan cortas, la que enciende las luces de Callao en pleno
diciembre con solo un guiño de ojos. La única capaz de cortar el tráfico en
Madrid y cualquier respiración en cualquier lugar, la que de lejos te acelera
el corazón y a escasos centímetros te lo para, pero también es la misma que
juega a enloquecer al silencio de una calle vacía de Madrid con el ruido de
sus tacones.
Ella siempre ha sido ella. La que jugaba al amor en esas
noches de verano y de la que siempre acababa enamorado yo.
En cualquier día, en cualquier noche.
me gusta, todas las mujeres deberíamos sentirnos así al menos una vez en la vida.
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