Oscuridad. Vacíos inmensos. Miedo. Prisas.
Mismas ideas, mismos complejos, mismos sueños.
Cadáveres
sentados frente a la caja de las mentiras creyéndose cultos, creyéndose doctos.
Despojos de vida.
Harapos de
chispas.
Cadáveres
que ríen, mientras tratan de tapar sus fugas con vicios prohibidos que ahora
están a la orden del día. Cadáveres disfrazados de alguien que no son. Mujeres
que se aliñan, que se esconden de ellas mismas, que voltean la cabeza frente al
reflejo de lo que realmente son.
Aceptación
negada. Búsqueda frustrada. La soledad rompiéndote las ventanas.
Personas a
medias que se regalan al completo sin ni
si quiera conocer el valor de sus ideas, la fuerza de sus pestañas. Hombres que
buscan en cuerpos ajenos aquello que les falta. Hombres que pierden la
paciencia, que gritan y luego se calman. Hombres a los que nadie les enseñó que
para encontrar sólo debían mirar dentro.
Cadáveres. Todos
vivos pero cada vez más muertos.
Individuos
inertes, estáticos. Sin rumbo ni metas. Individuos más pobres que nunca, más
solos que nunca, más maleables que nunca, más absorbidos que nunca, más
estúpidos que nunca.
Cuerpos
abocados al incendio. Manos en desuso. Cerebros desnutridos.
Cadáveres
llevando flores a su ombligo, haciendo éste cada vez más grande, dificultando
así la salida de ellos mismos. Cadáveres cavando su propia tumba emocional,
sembrando semillas de humo, regando las aceras para ver crecer la nada.
Cadáveres inmersos en el mundo que guardan en el bolsillo. Esclavos de la
apariencia, de la aceptación en una red de muertos inmortalizando momentos al
alto precio de no vivirlos.
Sociedad
axfisiante. Lenguas corrosivas, abandonos anunciados, heridas que no curan.
Cadáveres
obviando las puestas de fuera. Las hojas de fuera. Las nubes de fuera. Los
charcos de fuera. Los niños de fuera. Las flores de fuera. Las sonrisas tímidas
de fuera. El viento de fuera. Las ramas de fuera. La vida de fuera.
Miradas
vacías de personas vacías en estado de espera.
Aletargamiento
emocional.
Mañana será otro día.