Fuiste la flor más bonita que jamás regalaré.
La espuma que disfraza mi sonrisa y reposa, divertida, en un
simple café.
La tilde del “tú”, la
mitad de un “nosotros”, mi mejor piel, mi “yo” nacarado.
Fuiste la mentira que olvidé, la excusa que encontré, la
mejor manera de volver a ser.
Fuiste la baldosa fría, el beso de mis rodillas a mi peor
miedo, mi nausea preferida, el trago helado de después.
La confesión de lo absurdo, el crimen imperfecto, el error enmendado,
el abrazo que sostuvo. Las ganas de volver.
Fuiste noviembre y sus largas esperas, enero y su frío en la
espalda. Fuiste febrero y su falta de tiempo, marzo y sus besos, abril y sus
comienzos.
Y hoy, precisamente ahora, eres un bonito mayo a punto de
estallar en mil primaveras. Un mayo dormido, un mayo apagado, un mayo
tranquilo.
El mayo al que todos los poetas roban versos a traición, al
que cantan cuando componen, al que encuentran cuando se dejan, cuando se abandonan,
cuando mueren para renacer después. Y yo, esta noche, tan sólo soy una más, una
de tantas. Una de ésas que sufren de insomnio; de un bonito insomnio por verte
respirar.