Hoy, más que
nunca, soy todo aquello que prometí alguna vez no volver a ser.
Aquél
juramento en vano y los dedos cruzados detrás de mi espalda.
Aquella
sonrisa fingida que acompaña al “bien” que sólo tú sabes ver.
La genuflexión
de ambas rodillas frente a aquél que me deja más vacía de mí misma.
Quédate.
Aunque no
entiendas cuál es el tormento.
Quédate.
Aunque no
entiendas mis motivos.
Quédate.
Aunque no
sepas qué sobra en todo esto.
Quédate.
Aunque no
sepas qué me falta.
Hoy, más que
nunca, soy todo aquello que prometí alguna vez no volver a ser.
La negación
del problema. La mirada hacia otra parte. La aceptación de su
victoria.
Aquél
reencuentro con los temblores que alguna vez celebré que fueran míos.
El infinito
abrazo a las baldosas que vuelven a sostener mi cuerpo, vencido, hundido.
Hoy, más que
nunca, caigo en picado siendo todo aquello que prometí alguna vez no volver a ser.