Esta noche no quiero que hagamos el amor, quiero que él nos
haga a nosotros.
Que nos encuentre por sorpresa, a punto de dormirnos. Que se
cuele por debajo de la manta y entrelace nuestros pies. Que suba por nuestras
rodillas y haga temblar las mías.
Quiero que se deslice por tu espalda a modo
de brisa y tú te quejes de que siempre te robo todo, hasta las mantas. Que te
haga abrazarme más fuerte y despierte en tus labios un beso que muere en mi
nuca y revive mis ganas.
Quiero que se haga vorágine de nervios en mi estómago
y empuje con fuerza mi espalda contra tus latidos. Que se
cuele en tu boca y en forma de mordisco letal aniquile dulcemente el borde de
mi lóbulo izquierdo. Que retuerza mi cuello sobre sí mismo en busca de tu
aliento. Que se divida en veinte y comience a trazar partituras que sólo el cuerpo
entiende.
Quiero que, cuando queramos darnos cuenta, ya sea demasiado tarde. Que estemos sin ropa, mirándonos
a los ojos y buscando una explicación al por qué no podemos dormir juntos.
Y es que esta noche, vino el amor y nos hizo, y nosotros no
tuvimos más remedio que sucumbir al deshielo.