Puede que no sepa expresarme del todo bien. Que haya días en
los que no encuentre las palabras adecuadas y tengan que ser ellas las que
vengan hasta aquí y me encuentren. Tirada, dormida, sin ganas.
Puede que nunca dé con el tesoro del que tantos años llevo
hablándole al mundo.
Puede ser que mis manos dejen de sonar suaves y se tornen dagas
nacidas para herir tu piel.
Puede que un día me mires y no me veas. Que me vaya y no lo notes. Que te grite y ni
te inmutes.
(Sonríe.)
Puede que una noche, en un intento de ser tu isla favorita, descubra
que eres el barco-aunque de papel- de los océanos de otras. Puede que me ría
panza arriba o que no soporte esto. Puede que llore palmeras sin raíces y que
me vuelva seísmo ante tus ojos sólo para que destruyas las ganas y los peces de
todas ellas.
(Sonríe, cariño)
Puede que tras cientos de muertes no quieras volver
a hacer castillos de arena en mis piernas. Puede que me odies o puedo ser yo la
que aborrezca tus dobleces.
Puede ser que no vuelvan a llegar mensajes en botellas a mis
pies, ni que seas tú el que se las beba enteras y sople hasta mí.
(Sonríe)
Puede que algún día me desmorone por completo y tú,
queriéndonos salvar, prendas fuego a todos mis yoes erróneos del pasado. Puede
que, tras esto, te sonría liberada, flamante y con un par de remos por brazos
que me alejen de mi crecida. Pero también debes saber que cabe la posibilidad de
que no quiera respirar el aire que me regalas y que, en el último segundo, decida
quedarme el resto de tu vida rezando por cada una de mis almas calcinadas.
Puede ser que el “puede” nunca llegue o que mañana mismo no
nos encontremos al toparnos, aún así, sea como sea, sonríe y hazlo ahora. Por
ti, por mí, por el momento.
-Sonríe cariño, aún nos tenemos…-