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"Y es que el universo siempre conspira a favor de los soñadores"

viernes, 11 de agosto de 2023

A través de las palabras ...

Hace unas semanas me dije a mí misma que tardaría más en escribir sobre ti, que no había ninguna prisa en hacerlo, que me tomaría mi tiempo.

Y aquí estoy, con mil margaritas naciendo de las yemas de mis dedos.

Y aquí sigo, con una curiosidad innata por descubrir cuáles serán las palabras que mejor se amolden a tu manera de sonreírme. Nerviosa por saber en cuántos tiempos verbales podré conjugarte, expectante por conocer qué tipo de rima tienes y cuáles son los adjetivos que mejor describen aquella forma tuya de acariciarme el corazón. Se ha convertido en una urgencia saber qué palabras van a llevar tu huella y cuáles, con tan sólo escucharlas, serán capaces de traerme de nuevo tu sabor.

Hoy quiero conocerte a través del lenguaje, a través de mí.

Hoy quiero otorgarle a ellas la potestad de mostrarme el camino.

 

Y aquí estoy, sonriendo a todos esos recuerdos que han calado tan profundamente en mí que a veces los oigo reír.  Sonriendo a esa suma de casualidades que nos permitió coincidir, admirando la perfección de los tiempos y la importancia de los ritmos. La genialidad de una primera proposición y la valentía que, aún sin saberlo, se escondía tras esa rotunda aceptación.

Recuerdo la risa nerviosa bailando en mis ojos, la alegría bañándolo todo. La sensación de grandeza que exudaba cada momento, la calma entrando sigilosa, la naturaleza arañándonos las piernas, la lluvia moldeándonos a su antojo.


Y aquí sigo, acumulando síes desde que te conozco. Con el corazón más lleno y la mochila sin tantos miedos, con un constante “gracias” latiendo desde dentro.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Un castillo donde era feliz.

 Se aleja despacio.

¿Dónde habrán ido a parar todos nuestros sueños?

Repara en sus pies descalzos.

¿Qué fue de nuestras promesas?

Se descubre ingrávida, como un niño con un puñado de arena en cada mano.

¿Quién guarda ahora el eco de nuestras risas? 

Los mira desafiante y espera.  

¿Sabré encontrar de nuevo el camino?

 Aprieta un poco más los puños, eleva los brazos situándolos a la altura de las cejas.

¿Podré volver a bailar en unos ojos tan lentamente como lo hice en los tuyos?

Espera hasta que el viento es tan fuerte que le corta la cara.

¿Por dónde comienzo a sembrar la paz que nos arrebaté?

Abre las manos, se le vacía una vida.

¿Acaso volveré a saborear esa felicidad?

Y llora. 


Llora como a quien le impactan 10.000 recuerdos por segundo en las pupilas, arañando todo lo que un día fueron, arrasando con todos y cada uno de los sueños que tuvieron. 

¿Y ahora yo cómo nos explico que ya no existimos?

miércoles, 15 de junio de 2022

Me declaro enamorada de la ropa tendida, de sus pinzas y sus cuerdas.

Me gusta la ropa tendida.
Tanto su olor como su estética.
 
Me gusta ver las mangas de cualquier camisa batirse con fuerza. Llenarme los ojos con sábanas que bailan canciones compuestas por faldas risueñas que, sin juicio sobre ellas, se agitan inquietas.

Me gusta descubrir, por el olfato, que hay ropa tendida cerca. Seguir su rastro y, cuando por fin la encuentro, llenarme los pulmones con el aroma que envuelve a esa familia, a esa niña que juega demasiado pronto a ser mayor, a ese padre que duerme solo. Me gusta embriagarme de esas historias aunque sepa que nunca llegaré a ponerles del todo cara a sus protagonistas.

Sí, definitivamente me gusta la ropa tendida.

Me gusta porque me habla sin palabras. Porque me recuerda que la vida sigue, que nunca se estanca. Me susurra que nosotros, los humanos, siempre tendremos los mismos dilemas independientemente de en qué generación nos encontremos.

Me gusta la ropa tendida porque en ella saboreo la definición de “hogar”; me hace recordar de dónde vengo y soñar hacia dónde voy.

Me gusta porque me afirma, sonriente y colorida, que el verano siempre llegará. Que los problemas al sol se convierten en oportunidades y que las penas, sostenidas un poquito por todos, siempre pierden su humedad.

Me gusta la ropa tendida por la suavidad con la que me habla de mamá, de sus domingos de arreglar el mundo comenzando por cambiar las sábanas de tu habitación. Por cómo me evoca esas tardes de sofá con visitas de la abuela, acompañadas de café y magdalenas alargadas.

Me gusta la ropa tendida porque siempre nos traerá vida, color y magia bajo su eterno disfraz de cotidianidad. 

Barrio de Vallecas, Madrid. 
Foto tomada por la cuenta de instagram: madridnofrills

miércoles, 12 de enero de 2022

CAPÍTULO I: PRESENTACIÓN


Dicen que uno siempre vuelve donde fue feliz y yo hoy he vuelto aquí para comprobar que aquello que sentía no era "felicidad".

Era vértigo, emoción, novedad, pulsión, descontrol, euforia, ego, falsa seguridad.

Eran mis ganas de destacar, manejar, deslumbrar y enamorar hablando por mí.

Era mi continua necesidad de colarme en un nuevo corazón aunque fuese por tan sólo un rato, de convertir la experiencia en inolvidable, de querer dejar huella sin pensar en cuál sería el precio.

Era la trivial satisfacción de ser capaz de estremecer un cuerpo extraño, de despertar en su mente nuevas ilusiones.

Era el “ahora o nunca” en toda regla inundando nuestros días. Mi propia vanidad dándose un festín; la soberbia brindando frente a sí misma. 

No fue con maldad, lo juro.

Prangins (Suiza)