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"Y es que el universo siempre conspira a favor de los soñadores"

viernes, 22 de diciembre de 2017

Declaración de intenciones

Esta noche no quiero que hagamos el amor, quiero que él nos haga a nosotros. 

Que nos encuentre por sorpresa, a punto de dormirnos. Que se cuele por debajo de la manta y entrelace nuestros pies. Que suba por nuestras rodillas y haga temblar las mías. 

Quiero que se deslice por tu espalda a modo de brisa y tú te quejes de que siempre te robo todo, hasta las mantas. Que te haga abrazarme más fuerte y despierte en tus labios un beso que muere en mi nuca y revive mis ganas. 

Quiero que se haga vorágine de nervios en mi estómago y empuje con fuerza mi espalda contra tus latidos. Que se cuele en tu boca y en forma de mordisco letal aniquile dulcemente el borde de mi lóbulo izquierdo. Que retuerza mi cuello sobre sí mismo en busca de tu aliento. Que se divida en veinte y comience a trazar partituras que sólo el cuerpo entiende.

Quiero que, cuando queramos darnos cuenta, ya sea demasiado tarde. Que estemos sin ropa, mirándonos a los ojos y buscando una explicación al por qué no podemos dormir juntos.


Y es que esta noche, vino el amor y nos hizo, y nosotros no tuvimos más remedio que sucumbir al deshielo. 

jueves, 7 de septiembre de 2017

Despierta

Ven, levántate.
Dame la mano y déjame atraparte media vida más.
Sígueme, pero hazlo ya.

Déjame llevarte donde aún las montañas hacen llorar a las nubes. Donde aún nos sufren.
Déjame.
Déjame llevarte conmigo.

Regálame una sonrisa y entenderé que aceptas mi propuesta. Hazme reír a carcajadas y las hadas saldrán a nuestro encuentro.
Déjame despistarlas, juguemos los dos solos, juguemos a perdernos.
Silba tu canción favorita y enfádate cuando ésta juguetee con mis cuerdas vocales sin tu permiso.
Constrúyenos un columpio.
Un columpio tejido a base de margaritas impares donde no exista el vértigo ni tampoco el miedo. Uno muy alto, el más alto, capaz de atravesar cascadas sin mojarse y desde el cual, riendo, pueda vigilar al sol. Constrúyenos uno que huela a azahar todas las noches, uno al que podamos llamar hogar y al cual siempre podamos volver, estemos donde estemos.

Véndame los ojos, sujeta mis muñecas y bésame la comisura de los labios para saber que eres tú.
Atranca la puerta que siempre abren y enciende un fuego que pueda derretirnos de una vez por todas.
Sonríe, déjate llevar. Quémate los dedos tratándome de alcanzar, abrásate la lengua intentándome convencer de que me quede.

Ven, no tiembles, el terremoto ha pasado.
Ven, puedes venir a morir conmigo al lado seco de la cama.

Hoy volveré, sin que lo sepas, a soplar sobre cada una de las estrellas mientras tú, arrastrado por  la magia de la luna, pides un nuevo deseo. Hoy, como de costumbre y sin que lo veas, me atreveré a apagar el mundo sólo para que tú sueñes conmigo.

Ven, dame la mano.
Déjame llevarte de vuelta.
Ven, despierta.


Búscame.

domingo, 21 de mayo de 2017

XXVIII

Vuelves.

Y no quiero tener que afrontarlo todo de nuevo.

Vuelves en cada periódico mal doblado, en cada línea subrayada de aquél libro que nunca acabaré. Y es que ser capaz de leerte en los poemas que nadie escribió pensando en ti hace que me muerda un poco más fuerte la lengua, y sangre.

Vuelves, en cada esquina que no me atrevo a doblar por si acaso estás y nunca vuelve a ser conmigo. En cada paso de cebra que salto esperando a que me sigas y beses mis pasos. En cada alfombra que piso descalza y no es para acabar examinando las vetas de tu armario.

Vuelves, llamando a mi puerta con una caja roja de terciopelo donde ahora, de vez en cuando, nos paso una mopa y nos limpio el polvo que comienza a hacernos daño. 
Vuelves, y me traes las manos llenas de heridas y cocos en los que dejar consumiéndose nuestros días malos.

Vuelves, con ese paso rápido, la respiración agitada y tu mirada inquieta, barriéndolo todo.

Vuelves, y traes contigo el primer día juntos con su primera noche blanca, el amor desparramado en una cama prestada, una foto en el espejo, un recuerdo que me atrapa.


Vuelves, esta vez sin saberlo, y yo siendo más tuya que nunca, sin pretenderlo.

domingo, 14 de mayo de 2017

Desplegar las alas rumbo a casa.


Hay una llama que tirita, un soplido que amenaza, una verdad que se eleva.

De nuevo despierto, envuelta en sudor, y sé que no te has ido pero que tampoco estás del todo.

No sé si debería alegrarme por poder sentir el chasquido de esa llave introduciéndose en el contacto;  conformarme con que aún no haya arrancado el viaje, o enfadarme porque no es capaz de decirme cuando lo emprenderás.
Antes de despertar intento abrazarte pero tu cuerpo se desvanece entre mis dedos a cada amago que hago por alcanzarlo.
No es este el lugar.
Tendré que correr, me aconseja, si quiero llegar a tiempo.
Su voz acaricia mis mejillas, es fría, pero no quiere hacerme daño.
Agradezco que no quiera clavar su mirada en mí, pero nunca a costa de esos robos a mano armada que anuncia gritando a modo susurro, haciéndome temblar y desvinculándome del mundo. Cortando mi respiración, apagando mis sentidos, acelerando mis latidos; dejándome completamente vacía llorando una pena que no es la mía. 
A veces tan sólo me gustaría no estar al tanto de sus planes.

Supongo que podría verse como cierta ventaja, en parte tenéis razón, en parte no.

Ahora sí que estoy en el lugar correcto, ahora sí que estamos, ahora sí que somos reales. Entonces tú me miras, me coges la mano y bromeas sobre aquél viaje que crees que has burlado. Yo me río mientras peino el paso del tiempo metaforizado en tu cabello. Vuelvo a abrazarte y te prometo que todo irá bien, que vas a estar bien, que aún no me he ido, que de esta noche me encargo yo, que puedes dormir tranquilo.

Que sus manos te lleven lejos de aquí.

lunes, 6 de marzo de 2017

Orgasmos en el cielo

Yo también hablo de tácticas si te digo que pretendo acunarme en la curva de tu cuello mientras mordisqueo el borde de tu lóbulo derecho que tirita de frío y refleja mis ganas
.
Yo también hablo de tácticas cuando paso mis dedos por tu cara y acaricio tu frente mientras transcribo mis planes de futuro contigo al paso de mis yemas por tu piel.

Yo también hablo de tácticas cuando te miro desde abajo, volviéndome lirio en tus brazos, mientras me dejo mecer por tus silencios y escucho como éstos entonan la última nana que promete acallar, por siempre, cada uno de mis miedos.

Supongo que tú también hablas de éstas cuando me despeinas las cejas y me estrujas los morros entre tus manos haciéndome sentir besugo que no habla y que se asfixia si no llegas pronto hasta su boca. Cuando me haces reír como nadie nunca había hecho hasta el momento, buscándome las cosquillas en los lugares que más odio de mi cuerpo.

Supongo que tú también hablas de tácticas, cuando jugando a ser Dios y sirviéndote de un sólo suspiro logras levantar violentos huracanes en la zona más mundana de mi espalda. 
Cuando con tus dedos concentras toda la magia inventada en el punto exacto que me lleva hasta el extremo de creerme capaz de explotar en cientos de fuegos artificiales y oír orgasmos en el cielo.

A decir verdad, podría recorrerte la piel a lametones y comenzar la desalinización oficial de tu cuerpo haciéndome, así, curar las heridas más internas del mío. Hacerte el amor con la mirada cuando reposo a tu lado después del gran polvo del año o reírme hasta las tantas mientras buscamos unas ganas que prefieren dormirse en la tranquilidad de tus abrazos que incendiarnos la piel.

Podría, si quisieses y alguna vez los tienes, arroparnos los miedos con cada una de las palabras que nacen de mis dedos y mueren en tu cuerpo en forma de caricias perennes.

Podría también, besarte las ideas mientras te miro a los ojos, morderte la oreja mientras te beso el hombro izquierdo. Susurrarte los motivos que tengo para imaginarnos juntos, convencerte, sin mover siquiera mi lengua, de todos los buenos días tan buenos que están por llegar.


Y es que, amor, ojalá pudieras entenderme cuando te digo que el “te quiero” empieza a quedársenos demasiado corto.

sábado, 18 de febrero de 2017

Hoy vuelvo a ser menos yo

Hoy, más que nunca, soy todo aquello que prometí alguna vez no volver a ser.
Aquél juramento en vano y los dedos cruzados detrás de mi espalda.
Aquella sonrisa fingida que acompaña al “bien” que sólo tú sabes ver.
La genuflexión de ambas rodillas frente a aquél que me deja más vacía de mí misma.

Quédate.
Aunque no entiendas cuál es el tormento.

Quédate.
Aunque no entiendas mis motivos.

Quédate.
Aunque no sepas qué sobra en todo esto.

Quédate.
Aunque no sepas qué me falta.

Hoy, más que nunca, soy todo aquello que prometí alguna vez no volver a ser.
La negación del problema.  La mirada  hacia otra parte. La aceptación de su victoria.
Aquél reencuentro con los temblores que alguna vez celebré que fueran míos.
El infinito abrazo a las baldosas que vuelven a sostener mi cuerpo, vencido, hundido.


Hoy, más que nunca, caigo en picado siendo todo aquello que prometí alguna vez no volver a ser.

jueves, 19 de enero de 2017

Quiéreme cerca

Podría quedarme a vivir de por vida en el hueco perfecto entre tu pecho y tu hombro.

Podríamos convivir en un adosado los días en los que me odies un poco más o me quieras querer un poco menos. Compartir, de este modo, la pared que nos separa. Prometo, de antemano, no ser una buena vecina. Ya te estoy avisando, no me hables de traiciones y traidores después. 

Rasgaré en mil pedazos las cortinas que me regalarás, con una sonrisa, como bienvenida a tu pequeño vecindario. Arrastraré sillas, compraré muebles inservibles y redecoraré la casa cada 30 minutos de reloj. Reloj que, con cada en punto, traerá al mundo un pequeño jilguero que te atormentará los oídos hasta el punto de hacerte querer vivir medio bien, como lo hacía Van Gogh. Jugaré a las canicas a la hora de la siesta y a la diana, sin ella, cuando tengas que ponerte a trabajar.
Luego quizás descanse, hacerte la vida imposible me es tan agotador. Me pondré cómoda. Optaré por una camiseta ancha y larga que cubra mi falta de decoro y de ropa interior. Me encenderé un cigarro y saldré al porche a observar cómo, inútilmente, intentas encontrar un poco de paz. Daré vueltas al mechero mientras valoro si ya es suficiente por hoy.
Pero pondré fin a mi débil pensamiento vaciando mi cenicero en el felpudo de tu puerta con una nota en la que diga que habrá chocolate caliente y algodón de azúcar sólo si me dejas pasar.
Entonces te dibujaré un maltrecho corazón y firmará abajo “la vecina de al lado” escondiendo en un simple garabato todas las ganas del mundo de que le hagas un poco de caso.