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"Y es que el universo siempre conspira a favor de los soñadores"

domingo, 17 de agosto de 2014

Y ahogarse en uno de esos vasos.

-Dicen que al mal tiempo buena cara, que un clavo saca a otro clavo y que tras la tormenta siempre viene la calma.
Dicen tanto y sienten tan poco que es acojonante la de cosas que pierden por miedo a perder. La de sueños que se quedan en eso, en simples sueños, por miedo a que algún día se vuelvan realidad, por miedo a que lleguen con la abrumadora fuerza que trae la magia consigo con cada cambio de sentido, con cada giro de 360º, con cada simple cambio de rumbo. Y es que a veces nos acojona la simple idea de pensar que la brújula que tanto consultábamos estaba trucada, que lleva engañándonos todo este tiempo atrás, cegándonos con una luz que brilla pero no calienta en las peores noches de invierno. Y puede que nos demos cuenta, no muy tarde, de que el tesoro personal que todos ansiamos suele estar más cerca de lo que creemos o muchas veces nos empeñamos en creer.

También suelen decir que tras cerrarse una simple ventana siempre se abre una puerta mucho más grande y que, al final del túnel siempre hay una luz esperando para guiarnos a un lugar mejor.

De lo que no dicen nada es de que a veces se vive mejor entre inestables soplos de vida, entre incontables “tiras y aflojas” que nos dejan en la mismísima cuerda floja, al borde de la locura. Que un clavo puede que saque a otro clavo, pero muchas veces lo que andamos buscando es uno ardiendo al que agarrarnos para seguir inmersos en la tormenta.
Tampoco hablan de que ciertas noches nos vendamos los ojos mutuamente para no ver la luz de lo que a simple vista parece ser nuestra salvación, o una socorrida salida de emergencia. Y es que resulta que al fin y al cabo no se está tan mal entre las tinieblas de tus brazos, entre las sombras de tus manos atrapando mi cuello.
Que no dudo que tras el cierre de esa desgastada ventana se abra de par en par otra nueva salida, pero no cambiaría por nada ninguna de esas muchas cicatrices que guardo tras cada intento de asaltar tu tapiada ventana.
Que soluciones puede ser que nos sobren, pero a veces y solo a veces, disfrutamos perdiéndonos entre las tramas de todos esos problemas que intentan abordarnos. Que más que nadar, flotar sabemos todos pero deberían saber qué magia trae el ahogarse en uno de esos vasos tuyos.

Que puede ser que a esto le siga la mayor caída de la historia, que es una realidad eso de que vas creando dependencias malditas con ese atípico agridulce sabor de boca que dejas, y es que en definitiva, es eso lo único que dejas tras cada partida.


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