Yo siempre había sido una chica de verano. Odiaba el
invierno y los días encapotados. Brillaba con el sol y me precipitaba con los
días nublados.
Repelía el invierno. Era demasiado tú.
En verdad puede que te llegase a querer, pero también te
lloré y claro que te odié. Te odié con toda mi alma, con todas mis ganas y todo
mi ser y a pesar de todo eso te quería, o te quise, o te quiero, vete tú a
saber.
Finalizaba noviembre y veníais de la mano, con la misma
intensidad. Helando todo a vuestro paso, orgullosos de paralizar e inmortalizar
traviesas gotas de rocío.
Ahora puedes mentirte mintiéndome y excusarte mil veces más
diciendo que el frío mantiene, que el frío conserva. Pero no te metas los dedos
en los ojos ni te vendes los oídos cuando te griten mis pedazos que todo lo
helado es más frágil. Que todo lo helado se vuelve débil, vulnerable y teme
hasta ser rozado. En verdad, teme acabar destrozado, acabar como yo, en mil
pedazos.
Ciertamente lo único que me gustaba del invierno eran esas
bufandas de doble vuelta que me protegían del frío (o de ti), o de esas mañanas
en las que helaba (o de tu cruel mirada), llámalo como quieras pero, esas doble
bufandas han parado más atentados suicidas contra mi pecho que cualquier chaleco antibalas.
Y es que te tienen que sobrar cojones o faltar dos dedos de
frente para ponerse a escasos centímetros de ti y jugar a desnudarte sin mover
ni un solo músculo. A sonreírte con las orejas, comerte con los ojos y besarte
con los pies. A enamorarte con mis dedos, aspirarte con mis labios y tocarte
con mi voz sin saber que perderé la vida en ello. En un juego.
Que sí, que es una locura quererte, pero mayor sería
conocerte y no intentar tenerte.
Aunque solo se quede en eso, en un intento. Aunque me quede
solo en eso, sola en la soledad de tus besos erizando mi cuello, aunque pierda
una batalla que solo ha sido creada para los más valientes.
Aunque me quede sola y me pierda en el eco que produzca mi
caída en medio de la nada. En esa caída donde firmo mi sentencia. Donde me
rompo. Donde desaparezco. Donde muero por y para sentirte. Donde dejo de ser.
Donde te quería, te quise o te quiero. Donde sin ser te siento, con cada uno de
mis pedazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario